Nuestra Señora de Guadalupe, una devoción mexicana con una historia propia en Santa Fe de la Vera Cruz.
¿Cómo surgió la devoción guadalupana en nuestra ciudad, en Santa Fe de la Vera Cruz?
A mediados del siglo 18, Don Juan González de Setúbal levantó, en un campo de su propiedad al norte de Santa Fe, un oratorio dedicado a la Virgen de las Mercedes, retirándose a vivir allí con su familia.
En ese oratorio, se rindió culto por primera vez en Santa Fe a la Virgen de Guadalupe. Allí tuvo su origen la devoción del pueblo santafesino por la imagen de esa advocación, imagen que ha visto a muchas generaciones y recibido las ofrendas de los más ricos y poderosos empresarios y de los humildes obreros.
Cuentan, que revolviendo viejos libros en la biblioteca del Convento de los Mercedarios, el Padre Miguel Sánchez, encontró una estampa representando la aparición de la Virgen al indio Juan Diego en Guadalupe de México. Contento por la estampa encontrada y deseando colocar la imagen en un cuadro, cuenta la tradición, que salía este buen sacerdote hacia la calle, cuando se encontró en la portería con una mujer desconocida que le ofreció en venta un marco dorado con molduras. Como el portarretrato le gustaba, aceptó la propuesta de la desconocida, y colocó la imagen en el cuadro; y tan bien se ajustó la estampa al marco, que el Padre Sánchez entró corriendo a su Convento, contando con admiración a sus compañeros aquel extraño suceso. Parecía que las medidas del portarretrato estaba preparado para colocar la imagen de la Virgen.
Con permiso de la familia Setúbal, el mismo Padre Sánchez llevó la imagen de la Virgen al oratorio de la Merced, e improvisando un altar con una mesa que llenó de verdes ramas y guirnaldas de sencillas flores campesinas, dio la misa solemne el Doctor Vera y Mujica, cura rector de la Iglesia Matriz de Santa Fe.
A la muerte de González de Setúbal quedó a cargo del oratorio el Ermitaño, Javier De La Rosa. Pero como el pequeño templo estaba a punto de desplomarse, el encargado, tratando de llevar adelante una idea que hacía tiempo tenía, pidió a su tía, Antonia Godoy, una parte de un terreno cercano, para levantar allí con sus propios recursos un santuario a la Virgen bajo la advocación de Guadalupe.
La señora de Setúbal accedió al pedido de su sobrino, quien el 4 de diciembre de 1779 empezó la obra, usando en ella no sólo su dinero sino su trabajo personal y su clara inteligencia, tanto en las duras tareas de la construcción como también sus conocimientos artísticos para el ornamento del santuario. Es así que hasta la actualidad, todos los santafesinos sentimos como propia la “casita de la Virgen”, conocida como la Basílica, ubicada en el barrio Guadalupe.
Extracto del libro “Tradiciones y recuerdos históricos” de Ramón Lassaga, 1895